Sucede con las artes electrónicas que la obra se torna inubicua en un territorio preciso. Aunque podamos discernir acerca de la procedencia y nacionalidad de sus autores, la obra carece de un arraigo ciento por ciento probable. Podríamos decir que el ciberespacio más que un lugar es un no lugar… una suerte de dimensión expansiva en la que el todo es inabarcable como en un delirio Borgiano. Sin embarco es posible detonar en él convergencias e interpretar colectivamente una melodía estocástica a partir del medio y de sus lógicas consensuadas… melodía febril y multidireccional como mito de origen de esta trama fronteriza a la que hemos llamado ZONA 9 y cuyo propósito principal es contribuir a la generación de audiencias para el arte contemporáneo al sur de Chile, contemporaneidad entendida como la detonación de ideas, significados y sentidos en simultaneidad y enjambre.

Plantear una Convocatoria de carácter internacional a través de Internet, inclusiva y sin restricciones temáticas ni categoría alguna, es como tirar una botella al mar, dejar las cosas al azar y aguardar correspondencia… y es así como se fragua Z9… en correspondencia y aleatoriedad… no obstante, bajo una lógica aprehensible para pocos, lo que al fin y al cabo acota las posibilidades irremediablemente. Así, agregar restricciones se hace innecesario. El ordenamiento es natural y espontáneo al proceso de adhesión de los artistas y sus obras.

Es importante entender que ZONA 9 acontece previamente al “downland”, en un momentum imaginario situable quizá al cierre de la convocatoria, cuando por defecto de la temporalidad el material recepcionado se articula y transforma en un corpus delimitado.
Como sea, el evento acontece en lo virtual y antecede a sus descargas… a sus manifestaciones postreras que llamamos itinerancia, festival o proyección massiva, lo que no es un dato menor a la hora de entender esta iniciativa como un accionar artístico en progreso que resulta superior a su espectáculo de emplazamiento y cuyas implicancias subvierten el canon de lo “artisticocultural” y de lo políticamente correcto, estableciendo nuevas conexiones y links para el pensamiento glocal y la más pura otredad.

En tales términos nuestro homúnculo es al menos un desborde o acaso: ¿al menos un rebalse?.

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